miércoles, 13 de febrero de 2008

En quién me convertí

Cuando miro al pasado, que por cierto lo suelo hacer a menudo, intento recordar mis sentimientos, mis pensamientos, la manera en la que actuaba... debo reconocer que he cambiado mucho. Mi novio me dice que cuando hablo de mi vida hablo como si lo estuviera haciendo sobre otra persona, como si no me identificara con la persona que fuí. En realidad es así, hay años que recuerdo como si hubieran sido una película, años de los que no puedo recordar nada, y años en los que me encuentro con mi esencia. Supongo que eso es lo único que me queda, mi esencia. No es que esté orgullosa de esa esencia, pero es lo que me diferencia de los demás, es un trozo de mi que siempre quiere seguir, que siempre quiere ayudar, que quiere creer en las personas, que adora la vida y está enamorada del amor. A veces me avergüenzo de esa esencia, me avergüenzo de querer creer que la gente es buena por naturaleza, pero no lo puedo evitar, creo que lo llevo en los genes, no puedo pensar mal de la gente.... Quizás no lo lleve en los genes y simplemente sea algo que heredé de mi madre.
Mi madre, siempre dije que no me parecería a ella, y cada día que pasa me parezco más a ella. Mi infancia no fue fácil, cuando mi padre murió mi madre trabajaba sin parar, tenía que trabajar porque tenía hijas y muchas deudas. Yo la echaba de menos, quería que me abrazara y me consolara, que curara mis heridas, pero por esa época todas estabamos bastante distantes, cada una sufriendo a su manera, intentando ser fuertes. Tenía 10 años, 4 más que mi sobrino, pero en mi mente no veo a una niña y eso me duele.
Ser fuertes, sí, eso es lo que teníamos que hacer para que mi madre estuviera "bien". Teníamos que ser fuertes y que no viera que estabamos deprimidas y se nos había ido la bola. Desde entonces, no soy capaz de dejar que la gente me ayude cuando estoy mal. No dejo que entren en mi vida, no puedo compartir lo que pienso cuando me deprimo porque no quiero que sufran. No me gusta reconocer que tengo mi lado en el que nadie puede entrar. En qué clase de persona me convierte? Lo más gracioso es que soy de esas personas empáticas, que cuando mi hermana o mi novio se encuentran mal yo estoy mal, que cuando les duele algo siempre sé como aliviarles, que les escucho, que me cabreo con sus problemas y siempre sé lo que les preocupa. Me siento como si fuera un cura sin creer en Dios. Soy una farsa, pero al menos sé cuando empezó todo.

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