viernes, 4 de abril de 2008

Antes y después

Gracias a "la chica de ayer" me ha entrado la inspiración y he decidido dedicarle un post a mi antes y mi después.
Para empezar tengo que dar algunos datos sobre lo que era para mí el amor siendo una niña. Mi padre era alcohólico. Según mi madre empezó a beber cuando mi hermana y yo nacimos. No sé exactamente que es lo que pasaría por aquella época, pero le llevó a la autodestrucción y consecuentemente a la destrucción de su matrimonio y su família. Los últimos años de su vida los pasó bebiendo, deteriorándose y peleando con mi madre. Para mí los pilares del amor eran lo que mis padres tenían, pensaba que era lo normal, pensaba que la relación amor/odio, las peleas, el perdonar y los altibajos eran etapas del amor. Yo ya desarrollé esa misma relación de amor/odio con mi padre, un día él estaba bien y nos quería, al siguiente día venía cabreado y se peleaba con mi madre. Él nunca nos pegó ni pegó a mi madre. Lo suyo eran peleas provocadas por sus frustraciones. Mi madre no lo recuerda como yo, porque ella vivió treinta años a su lado, de los que sólo los últimos tres ó cuatro fueron malos. En cambio, yo recuerdo esos últimos años como lo que mi padre era, un hombre depresivo, perdido, e inmerso en un espiral del que no pudo salir.
Cuando él murió fue algo inesperado para mí, un lunes le dió una trombosis y se fue al hospital para que le vieran porque notaba dolor en la pierna. Estuvo ingresado hasta que el domingo le volvió a dar otra que le dejó en coma. Yo pasé de verle un lunes bien a verle el domingo muerto, ya que entonces los niños no podían entrar en las habitaciones de los enfermos y mi madre y mis hermanas no nos decían como estaba mi padre, sólo decían que estaba mal, pero yo no le había visto.
Meses antes me sentía responsable por su enfermedad, quería ayudarle, hablé con mi madre y quería que entendiera que le podíamos llevar a un centro donde le podrían ayudar, pero sólo se quedó en una conversación.
Esa impotencia de no poder haberle ayudado, la relación amor/odio, la costumbre a los altibajos, el miedo a que me dejaran, me marcó hasta el punto en el que buscaba esas relaciones para mí. Necesitaba estar con chicos que no me dieran lo que necesitaba, que me hicieran sufrir, que me hicieran tener que esforzarme por todo, que las peleas fueran dramas... me había vuelto una adicta al dolor.
Así que gracias al monstruo fuí a terapia y me encontré con mi problema. Me costó bastante tiempo cambiar, hubo una época de transición que ya no sabía ni quién era, pero con el tiempo renací y entendí que ya había aprendido a vivir sin dolor, que ya no me gustaban los chicos malos, sino que gracias a haber tocado fondo había despertado de una pesadilla, que ahora sólo queda en el recuerdo como eso, como tan sólo una pesadilla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Debió ser terrible lo de tu padre. He oído hablar de casos como el tuyo, de gente que ha tenido una infancia difícil y ha elegido relaciones difíciles también. Ya sabes que no es tu culpa. Un beso.

Mónica dijo...

Siempre acaban saliendo los traumas del pasado...
Siento mucho lo que te pasó...

Un beso

Ángeles dijo...

Gracias chicas, a cada uno le toca vivir unas experiencias, yo creo que lo importante es aprender a vivir, ser feliz y luchar contra nuestra propia intolerancia y prejuicios. Creo en la evolución y la capacidad de superación.
Saludos