domingo, 2 de marzo de 2008

La primera vez

Fue en el sofa de tu casa, me pegabas con un cojín bruscamente. Después salí corriendo del salón, tú me perseguiste y no me dejaste llegar a la puerta de entrada, me agarraste de los brazos y me golpeaste con la puerta al entrar al salón. Todavía era verano y llevaba manga corta, fue imposible esconder la hinchazón del brazo que se convirtió en un moratón enorme, no sé porque en mi mente recuerdo cuando pasó del verde al morado. Después me culpabas por decirte que me habías pegado, insistías en el hecho de que tus padres no te habían educado para eso, y me acusabas por haberte hecho sentir mal. Me decías que te maltrataba, y yo no entendía nada.
Recuerdo la noche que te supliqué que dejaras de decirme esa palabra, me arrollidé ante ti en el suelo del parque que hay al lado de tu casa. Tú te sentías como un dios, te hacía sentir grande. Me repetías una y otra vez que tú no pensabas que yo fuera lo que me llamabas porque si no me hubieras dejado. Yo no entiendía cuales eran los momentos en los que tenía que creer lo que decías y cuando eran los momentos en los que tenía que diferenciar que eso no era lo que pensabas de mí. Te pedía que me lo explicaras pero a ti no te interesaba aclararme las cosas, te gustaba hacerme daño, porque así me podías controlar. Recuerdo que te gustaba que me vieran contigo, te crecías, te gustaba exhibirme ante tus amigos, y luego les mostrabas como podías humillarme, pero no lo hacías con todos, con algunos tenías que dar otra imagen. Tus amigos se reían contigo y yo ya no sabía quién eras.
La primera vez que te dije que eras violento y que estaba haciendo terapia, golpeaste el armario, yo grité, supongo que fue porque ya te tenía miedo, algunas personas vinieron a la habitación, entonces yo ya tapaba tu comportamiento. Me mirabas como si te hubiera traicionado, pensabas que te iba a dejar. Nunca entendí porque creías que me querías, ni siquiera tú lo podías entender. Me quedé meses a tu lado intentando averiguar que es lo que te pasaba, cuando sería el momento en el que volverías a ser tú. Con el tiempo sólo empeorabas, me echabas la culpa de todo, dominabas mi vida, me anulaste, pero logré dejarte. Demostré una vez más que no era como tú.
La primera vez que me amenazaste con eso fue por teléfono, la segunda también, luego llevabas un cuchillo y me lo pusiste en la garganta. Te lo tomabas en broma, te reías y yo hacía como si no pudieras alcanzar mi mente, aunque mi cuerpo estaba a tu lado, yo ya estaba muerta.

2 comentarios:

Sega dijo...

Esto que leo me pone muy triste, y espero que todo haya acabado y estés totalmente fuera de ese mundo.

Tu vales muchísimo más que todo esto, y ni tu ni nadie se merece ese "amor" aunque yo tengo otra definición para eso, aunque no quiero hablar de la otra parte, tan solo de ti.

Espero que ya todo esté genial y que esto sea tan solo pura y dura literatura la que me cuentas.

Besos.

Ángeles dijo...

Hola Sega, esto ocurrió hace ya años. Ahora tengo una vida normal, pero feliz jajaja. Sólo quería escribirlo pq esas cosas no se olvidan y asi me desahogo. No es sólo literatura, pero al menos me sirvió para valorar cada minuto de mi vida que tengo tranquilo. Besos